jueves, 22 de noviembre de 2012

Viselik busca hermano



El osito Viselik quería un hermanito y no sabía cómo conseguirlo.
Se lo pidió a papá, y también a mamá.
Se lo pidió a los abuelos, a Santa Claus, a las hadas y hasta a Superman.
Pensó en fabricarlo él mismo pero cuando preguntó cómo se hacía, los adultos se rieron, sin más.
Un día que andaba triste, Viselik se tumbó bajo un árbol y, de repente, una voz gritó:
-¡Hola! ¿Qué tal?
Viselik miró a izquierda y derecha pero no vio nada.


-¿Dónde estás? -preguntó.
-¡Aquí! -dijo la voz.
Viselik se giró, se volvió a girar y giró otra vez y otra, y otra, y muchas más.
-¡Para, para, que me caigo! dijo la voz misteriosa.
Viselik se detuvo y entonces... ¡¡¡¡PATAPAFFFF!!!
De su cabeza cayó un ratoncito que, sentándose, dijo:
-Por favor, haz que la tierra deje de girar.
-¿Quién eres? -preguntó Viselik- ¿Y qué hacías en mi cabeza?
-Me llamo Eger -dijo el ratón- y sólo buscaba con quien jugar.
Viselik y Eger charlaron un rato, luego jugaron y volvieron a charlar.


Eger, el ratoncito, también quería un hermanito y no podía conseguirlo así que, como los dos se sentían solos, decidieron quedar todos los días para jugar.
Jugaban al pilla-pilla, a vaqueros, a piratas.
Jugaban a policías, al escondite y a ser astronautas.
Jugaban a la peonza, a la pelota y hasta a hacer tartas.
Y poquito a poquito se hicieron grandes amigos.
Y poquito a poquito se quisieron más y más
Y cierto día de otoño, sentados bajo un nogal, los dos se dieron cuenta que no tener hermanos ya les daba igual porque se tenían el uno al otro y eso... ¡Eso era genial!


lunes, 12 de noviembre de 2012

El pequeño búho




-Ya llegó la noche -dice mamá búho-, ya se marchó el sol. He de salir, pequeñín, a buscar alimento para los dos.
El pequeño búho, bastante tristón, coge su manta y se va a un rincón.
No le gusta la noche, no le gusta el frío, no le gusta nada el nido vacío.
El pequeño búho, encogido en su nido, tiembla asustado ante el menor sonido.
-¡Qué oscuro está todo! -piensa el pequeñito- ¡Qué miedo que da!
Y el buhito, asustado, se encoge aún más.
De pronto, no muy lejos, se oye un gran ¡CRRAAAC!
-¿Qué es eso que suena? ¿Quién viene para acá?
Y el buhito, asustado, se encoge aún más.
-¡Seguro que es un ogro con un hambre feroz y como me pille me dará un mordisco o dos!
-¡Ay, ay! -se oye allá abajo.

El buhito, asustado, con la manta se tapa la cara.

-¡Ay, ay! -se vuelve a escuchar.
Sus grandes ojos gira el buhito, para acá y para allá y, muy asustado, se encoge aún más.
-¡Ayayayay! -repite la voz- ¡Qué daño! ¡Qué dolor! ¡Qué golpe me he dado con esa ramita! Creo que mejor me vuelvo a casita.
-Vaya -pensó el buhito con una sonrisa-, ese que habla no es ningún ogro sino mi amigo el ratón. ¡Qué susto más tontorrón!
Y entonces una sombra, rauda y veloz, pasa junto a la ventana y se oye: ¡CATAPLOF!
-¿Qué es eso que suena? ¿Quién viene para acá?
Y el buhito, asustado, se encoge aún más.
-¡Seguro que es una bruja piruja con cara de granuja y viene a casa a pincharme con su aguja!
-¡Menudo porrazo! -se oye allá afuera- ¡Menudo tortazo me acabo de dar!
-¡Esa voz me suena! -dijo el buhito sacando el pico que bajo su ala tenía escondido- ¡Esa voz la conozco!

-¡Menudo golpetazo! -insiste la voz- Yo por aquí no vuelvo a pasar.
-¡Esa que habla es mi amiga la ardilla! -el buhito suspira- ¡Qué susto más tontorrón!
Al pequeño búho no le gusta la noche, no le gusta el frío, no le gusta nada su nido vacío.
-¿Dónde está mamá? -se pregunta el buhito- ¿Por qué tarda tanto? ¿Cuándo llegará? Espero que prontito.
De pronto, en la puerta se oye un ¡CLIC-CLAC!
Y el pequeño búho da un salto hacia atrás.
-¿Qué es eso que suena? ¿Quién viene para acá?
Y el buhito, asustado, se encoge aún más.
La puerta se abre y el buhito se esconde.
Una larga sombra cae sobre él.
Y el buhito, asustado, se encoge aún más.
Bajo la manta, en el rincón, el pequeño búho llama a su mamá.
Los pasos se acercan, la sombra ya llega y el buhito, asustado, se encoge aún más.
La sombra ya llega, ya está muy, muy cerca.
Tira de la manta... El buhito vocea.
Y una voz le susurra:
-¿Qué te pasa buhito? ¿Por qué gritas de esa manera?
¡Qué alivio! ¡Qué gusto!
Es su mamá que ha llegado y no un monstruo adusto.
El pequeño búho, hecho una bolita, abraza a su mamá y aliviado suspira.
¡Qué oscuro está fuera!
¡Qué miedo me da!
¡Menos mal que, por fin, ha vuelto mamá!