-¡Deberes! ¡Menudo rollo! -dice Pablo con cara de mucho asco mientras pone sobre la mesa libros, cuadernos y estuche -¡Con lo que me apetecía bajar hoy al parque!
Pablo da un suspiro enormísimo y coge el libro de mates.
-Pirámides -lee-. Son poliedros. Tienen una sola base con forma de polígono (que puede ser un triángulo, un cuadrilátero, un pentágono, ….).
El niño bosteza y vuelve a leer:
-Pirámides. Son poliedros. Tienen una sola base con forma de polígono (que puede ser un triángulo, un cuadrilátero, un pentágono, ….).
Nada, no se ha enterado de nada. Pablo lee de nuevo:
-Pirámides... Pirámides... Pirámides... -. De pronto la silla en la que está sentado se transforma en un altísimo camello y, frente a Pablo, en lugar de su escritorio y el poster de su equipo favorito de fútbol, se extiende un ardiente desierto.
Pablo Jones, la cabeza cubierta por un ajado sombrero y armado sólo con un látigo, se dirige hacia una gigantesca pirámide cuyos tesoros corren peligro por culpa de unos malvados criminales.
Y entonces una voz femenina comienza a llamarlo:
-¡Pablo! ¡Pablo! -El gran aventurero se prepara para rescatar a la chica en apuros-. ¡Pablo! ¡Pablo!
Una mano se posa sobre su hombro y Pablo se sobresalta.
-Pablo, hijo, que estás en babia.
Vaya, no era ninguna chica en apuros sino su madre para que siguiera estudiando.
Pablo mira al libro de mates y decide dejarlo para más tarde.
-Mejor pruebo con cono que me gusta más.
Abre el libro y comienza a leer:
-Una galaxia está compuesta de estrellas, planetas, satélites, cometas, gases y polvo cósmico, que forman un conjunto en el espacio.
Y Pablo deja de ser Pablo para convertirse en un comandante a bordo de una gigantesca nave espacial rumbo a lejanas galaxias, saltando de estrella en estrella, acosado por piratas espaciales y luchando con monstruos de lejanos mundos. El comandante Pablo es el más valiente de todos los comandantes de las Tropas Intergalácticas y ha explorado más de mil mundos, salvado media docena de planetas y conocido cientos de razas alienígenas.
El viaje estelar de Pablo se ve interrumpido -nuevamente- por la voz de su madre que le trae una taza de chocolate y lo saca de su ensimismamiento.
-¡Pablo, hijo, los deberes!
Pablo vuelve a intentar acabar con los deberes pero no hay forma, en cuanto se pone a ello la imaginación se le va y Pablo se vuelve pirata en un mar de comas y lucha con tildes contra hiatos y diptongos. Habla un perfecto inglés mientras cabalga sobre su “horse” en el “far west” o se comunica en perfecto francés con un espía mientras come “croissants” y “baguettes” en París. Escala tetraedros, se desliza por octaedros, esquiva decimales, visita satélites, explora intestinos... Aquella tarde Pablo hace de todo... menos los deberes.
Llega la hora de dormir y Pablo no ha terminado ni la mitad, ni la cuarta parte, ni tan siquiera la sexta parte. Sabe que al día siguiente le va a caer una bronca tremenda del profesor y luego otra de sus padres pero...
Armado hasta los dientes el fabuloso pirata Pablo Sparrow, salta a bordo de su fabuloso barco y se hace a un mar poblado de acentos y triptongos, para explorar islas llenas de quebrados y luchar contra monstruosas divisiones y perversas multiplicaciones dejándose guiar por los fabulosos astros que brillan, lejanos, sobre su cabeza...