jueves, 6 de octubre de 2016

La casa destartalada



¡Qué cosa más rara!
Mira allá, a lo alto de la colina,
a la casa abandonada,
sí, sí, esa, la  destartalada,
la que los niños miran de lejos,
sin acercarse para nada,
porque dicen que hay fantasmas,
y monstruos,
y cientos de arañas,
esa casa, ¿la ves?, esta noche está
toda iluminada.
¡Qué cosa más rara!
-Alguien se habrá mudado-
dice doña Engracia haciendo ganchillo.
-Pues yo ni me he enterado-.
responde don Rafael mordiendo su bocadillo.
Y los niños, emocionados,
deciden que esa noche,
en esa casa,
harán truco o trato.
Quieren curiosear
en la casa encantada,
sí, sí, la destartalada,
la que hoy está toda iluminada.
¡Qué cosa más rara!


Con sus disfraces,
muy despacito,
todos con sus bolsas,
muy calladitos,
se van acercando
poquito a poquito.
Miran todo, emocionados,
asustados, divertidos, exaltados.
¡Está todo decorado!
Calabazas en la puerta.
Esqueletos en los árboles
Arañas con sus telarañas
cuelgan de las ventanas.
Momias desdentadas
intentan asustar y no asustan nada.
Murciélagos en manada.
Garras de uñas muy sucias,
-¡Si mamá las ve, se las lava!
Ríen los niños bajito.
Gatos y cuervos muy negros.
Y ojos de color rojizo,
que vigilan a los niños.
Todo esto en la casa encantada.
Sí, sí, la destartalada,
la que hoy está toda iluminada.
¡Qué cosa más rara!


Pablito, Pedrito,
Martita, Elenita,
Julián, Carmencita,
Victoria, Juanito...
todos los niños,
muy juntos, muy juntos
y muy pegaditos,
llaman a la puerta
y esperan calladitos.
Allá, muy adentro,
se oyen suspiros, gemidos,
lamentos.
Los niños tiemblan
pero no se mueven.
Son cosas de Halloween,
piensan, grabaciones,
bromas, quizás unos muebles...
-¿Verdad, Marianita?
-¡Verdad, Eduardito!
Pero, por si acaso,
se cogen la manita.
No es que tengan miedo ni nada,
por estar esta noche
en la casa encantada.
Sí, sí, la destartalada,
la que hoy está toda iluminada.
¡Qué cosa más rara!



Pasos que se acercan,
murmullos y risas,
la puerta que cruje,
que chirría,
que gruñe
y que, poco a poco,
se abre y descubre:
a una bruja piruja,
un frankenstein barbudo,
dos fantasmas con cataplasma,
un hombre lobo barrigudo,
un vampiro sin colmillos,
una momia desvendada,
y otros monstruos,
muchos, muchos.
Los niños miran pasmados.
Con las bocas abiertas.
Callados.
A punto de salir corriendo,
pero sin moverse demasiado
de aquella casa encantada.
Sí, sí, la destartalada,
la que hoy está toda iluminada.
¡Qué cosa más rara!


La bruja, que es la que manda,
se rasca la enorme verruga,
sonríe y grazna:
¡Bienvenidos, mis pequeños!
¡Bienvenidos a nuestro hogar!
No os asustéis de nada,
que nada os va a pasar.
Sólo queremos en esta casa
vivir en paz.
Esta noche es nuestra noche,
la noche de Halloween
y tenemos una fiesta,
todos podéis venir.
Llamad a vuestros padres,
traed a vuestras madres,
avisad a vuestros tíos,
abuelos,
primos,
avisadles.
Queremos que todos vengan.
Tomad vuestras chuches.
Tomad y avisad.
Que esta noche es nuestra noche,
la noche de Halloween
y tenemos una fiesta
en esta casa encantada.
Sí, sí, la destartalada,
la que hoy está toda iluminada.
¡Qué cosa más rara!