lunes, 22 de abril de 2019

El duende del sueño


Me meto en la cama,
me tapo hasta la nariz.
cierro los ojos
es hora de dormir.
Pero el duende del sueño,
hoy tarda en venir.
Espero y espero,
y vuelvo a esperar.
El duende no llega,
¿qué le pasará?
Giro a la derecha,
luego a la izquierda,
me pongo boca arriba
y sobre mi barriga,
miro al techo,
a la puerta,
la ventana,
la cortina...
Nada, que el duende no llega,
¿qué le ocurrirá?



Parece que lo oigo,
ay, que va a llegar.
¡Juguemos al escondite! —le escucho gritar.
Yo estoy muy cansada,
no quiero correr
ni tampoco saltar,
quiero seguir en la cama,
dormir y descansar.
Pero el duende del sueño hoy quiere jugar
¡Juguemos al escondite! —grita sin parar.
Hoy no me apetece,
prefiero descansar,
mira que mañana
debo madrugar.
Pero el duende del sueño no quiere trabajar.
¡Juguemos al escondite! —vuelve a gritar.
Y sale corriendo,
veloz como el viento,
a esconderse bajo un asiento.



Estás bajo la silla —le digo en un bostezo.
El duende del sueño ríe con regocijo
y sale disparado,
a buscar otro escondrijo.
Estás en el ropero —le digo al arrapiezo.
Y sin dejar de reír,
se busca otro cobijo.
Se mete bajo la cama,
se esconde tras las cortinas,
se enreda con mi pijama,
yo todo lo adivino y él no se desanima.
De vez en cuando le llamo,
por ver si me hace caso:
Ven, duende bonito,
ven, duende gracioso,
trae contigo al sueño,
te prestaré mi oso.



Ven, pequeño duende,
ven, duende chistoso,
trae el sueño, atiende,
quiero cerrar los ojos.
Pero nada, no hay manera,
él erre que erre,
corre, grita, salta, vuela,
tan feliz y tan alegre.
Se esconde sobre la lámpara,
se mete bajo mi manta,
yo intento atraparlo,
pero siempre se me escapa.
Y entonces se me ocurre
que si dejo de jugar
y el duende se aburre,
a lo mejor, puede ser, quizás...
Dicho y hecho,
hecho y dicho,
me quedo muy quieta,
mirando hacia el techo,
mientras de reojo al duende vigilo.
El duende del sueño,
comienza a aburrirse,
se sienta, bosteza,
me mira, se estira,
se rasca la cabeza,
pero no se anima.
Traer el sueño hasta mi almohada
le da mucha pereza.



¿Y ahora qué invento? —pienso para mí.
Si el duende no viene,
si el duende no quiere,
si el duende no se acerca a mí,
tendré que buscar otro modo
de poder dormir.
Me contaré una historia —digo para mí.
Y me cuento el cuento
de los piratas del desierto,
que nunca han visto el mar.
El duende del dueño mira boquiabierto.
Luego cuento la historia
de la princesa que atrapó un dragón,
y el de la caja de cartón,
y el del dragón gruñón....
Y poquito a poquito
el duende se aproxima
se sube a mi cama
y a mi lado se ovilla.
Y con él llega el sueño.
qué maravilla.
Y poquito a poquito
mis ojos se cierran,
el sueño me lleva
a países lejanos,
a lejanas tierras.
El duende,
muy cansado,
a mi lado se queda,
dormidito,
quietecito,
hecho un ovillito.
¡Buenas noches,
noches buenas!



 Pilar, la osa polar, ha salido a patinar, con su patinete nuevo.