domingo, 19 de julio de 2015

El búho aburrido


Era de noche, como todas las noches.
Y estaba muy oscuro, como todas las noches.
En el bosque no se oía nada, como todas las noches.
Y el cielo estaba lleno de estrellas, como todas las noches.
En un árbol, como todas las noches, un pequeño búho de ojos muy grandes bostezaba.
-Uuu... Uuu.. -dijo como todas las noches- Uuu... Uuu... ¡Hay que ver cómo me aburro!
Como todas las noches, el pequeño búho giraba su cabeza buscando algo que lo divirtiera.
-Uuu... Uuu... -volvió a decir como todas las noches- Uuu... Uuu... Aquí no hay nada divertido.
En su árbol de todas las noches, el pequeño búho ululaba, como todas las noches, bostezaba, como todas las noches y se quejaba como todas las noches.
Un pequeño ratoncito que pasaba por allí todas las noches harto de escuchar los mismos lamentos todas las noches, dijo:


-Pues si tanto te aburres, haz algo diferente, pedazo de tonto. -y corrió a esconderse.
-¿Hacer algo diferente? -preguntó con los ojos muy abiertos el pedazo de ton... digo, el pequeño búho.
-Sí -respondió el ratoncito sacando el hociquito-, algo diferente, algo distinto, algo nuevo.
-¿Cómo qué? -dijo el pequeño búho moviendo la cabeza por entretenerse un rato.
-Como volar por el bosque -dijo el ratoncito con aire de listillo-, o hacer nuevos amigos, o contar estrellas, o inventar historias, o leer un libro... O cualquier otra cosa que no sea quejarte.
-Parece buena idea -dijo el búho.
-Pues claro que lo es -respondió el ratoncito y se largó corriendo tan contento.
El pequeño y tonto búho se quedó muy quieto, con cara de pensar y los ojos muy abiertos.
-Podría probar a hacer cosas nuevas -dijo-, pero no ahora, puede que mañana.
Y en su árbol de todas las noches, el pequeño búho ululó, como todas las noches, bostezó como todas las noches y se quejó como todas las noches:
-Uuu... Uuu... ¡Hay que ver qué aburrimiento! Uuu... Uuu...

miércoles, 8 de julio de 2015

La sonrisa de la princesa


Érase una vez una princesa que siempre, siempre sonreía.
Sonreía al levantarse.
Sonreía en el desayuno.
Sonreía en la comida, la merienda y la cena.
Sonreía a sus padres.
Sonreía a sus profesores.
Sonreía a los guardias, a la cocinera y a los pajes.
Pero un día, el dragón Zampón apareció de repente en el castillo y, del susto, a la princesa se le cayó la sonrisa.
Con todo el lío que se armó, la sonrisa se perdió.
La princesa, muy seria, se lo contó a la reina.
La reina, muy preocupada, se lo contó al rey.
El rey, muy real, ordenó:
-¡Hay que encontrar esa sonrisa! ¡Ya!



Y se sentó en su trono con cara de pensar.
Y cuando más pensativo estaba notó que el trono se agitaba. Se movía. Se meneaba.... Parecía que... ¿Se reía?
El rey se levantó, miró bajo el asiento... y... sí... ¡Ahí estaba la sonrisa!
Intentó cogerla pero la sonrisa... ¡PUF!... Salió volando y, dando volteretas y haciendo piruetas, se metió en la cocina.
¡Menudo alboroto se armó!
La sonrisa se metió en una cazuela y el guiso comenzó a gorgotear con ritmo de rock.
La cocinera intentó atraparla pero la sonrisa... ¡PUF! Salió volando y saltó a una sartén donde hizo bailar la conga a dos huevos fritos.
El pinche intentó atraparla pero la sonrisa... ¡PUF! Salió volando y se puso a nadar en un plato de natillas.
El rey saltó sobre ella dispuesto a atraparla y... ¡plaf!... Acabó con la cara dentro del plato de natillas y la sonrisa... ¡PUF! Salió volando y, dando volteretas y haciendo piruetas, salió al jardín.
¡Menudo alboroto se armó!


Allí, sentada en un banco, estaba la reina bordando y la sonrisa saltó sobre ella, le deshizo el moño, le hizo cosquillas, la tiró al suelo de la risa, se metió entre los hilos...
La reina quiso atraparla pero la sonrisa... ¡PUF! Salió volando y se escondió entre las flores que se pusieron  a girar como molinillos de viento.
El jardinero intentó atraparla pero la sonrisa...¡PUF! Salió volando hasta los árboles.
Los árboles agitaron sus ramas, sus hojas se llenaron de colores y los pájaros que por allí estaban empezaron a cantar como locos.
Un paje casi la atrapa pero la sonrisa... ¡PUF! salió volando y se coló por una ventana del castillo.
El capitán, el rey, la cocinera, el pinche, la reina, el jardinero y el paje corrieron a toda prisa tras ella.
¡Menudo alboroto se armó!
Los vasos tintineaban como locos.
Las armaduras bailaban por los pasillos.
Las paredes se llenaron de colores.



Las alfombras volaban de acá para allá y de allá para acá.
El perro maullaba.
El gato ladraba.
Los habitantes del castillo corrían y se tropezaban los unos con los otros....
Pero nadie conseguía atrapar aquella traviesa sonrisa.
Al llegar la noche, estaban todos tan cansados que se sentaron en medio del salón de baile mientras la sonrisa se columpiaba en una de las enormes lámparas.
En ese momento, la princesa, muy seria, se acercó a la sonrisa. La miró sin decir nada. Alargó la mano y la sonrisa, dando saltos y haciendo piruetas, fue subiendo por sus dedos, por su brazo, por su cuello y, así, sin más, volvió a colocarse en la boca de la princesa que, muy sonriente, dio las buenas noches y se fue a dormir.
En el suelo, el capitán, el rey, la cocinera, el pinche, la reina, el jardinero y el paje, se miraron y, sin decir nada, se tumbaron y, allí mismo, se quedaron dormidos.

miércoles, 1 de julio de 2015

Mi estantería de regalos


Hoy no va a haber cuento.
Mañana, puede, pero hoy, no.
Hoy os voy a compartir tres vídeos que son otros tantos regalos para mí.
El primero, un vídeo que me regalaron los alumnos del C.E.I.P. José María Pemán, de Jerez de la Frontera.





 El segundo, es de un nuevo amiguito, Mario que, desde Argentina, pidió una pequeña ayuda para su trabajo escolar sobre uno de mis cuentos y nos muestra el resultado.



 Y el tercero y último es un vídeo promocional del libro “Pinocha y la poción mágica” realizado entre la ilustradora Encarna Dorado y yo. Si alguno de vosotros pudiera estar interesado lo encontrará en Amazon.


 Pilar, la osa polar, ha salido a patinar, con su patinete nuevo.