sábado, 31 de octubre de 2020

Notas de Gunilda Matilda Brunilda

 

No hay nada que dé más orgullo

a una bruja aprendiza

que el que le pongan por vez primera

el sombrero puntiagudo.





jueves, 29 de octubre de 2020

EL HADA HELADA III

 

Ya te veo la cara.  

Ya sé lo que estás pensando.  

Una bruja, te dirás, qué miedo me da.  

Una bruja, pensarás, que fea y qué vieja será. 

Una bruja, murmurarás, de negro siempre vestirá. 

Ya, ya te veo la cara y sé lo que estás pensando.... y diciendo... y asegurando... y te estás equivocando. 

La Gran Señora del Bosque Dorado, la poderosa Bruja del Otoño, reina del viento y la lluvia, no es malvada, en absoluto; ni es fea, para nada; ni viste de negro, te lo aseguro. A pesar de lo que crees una Bruja no tiene por qué ser ninguna de esas cosas. Y Ella, desde luego, no lo es. 

La Reina Otoñal no es fea. Tampoco es bella. Y no es vieja pero tampoco es joven. No es malvada pero tampoco es muy bondadosa; es decir, que es como somos todos, con sus cosas buenas y sus cosas menos buenas. Con su brillante luz y su profunda oscuridad. Como todos. 


Lo más hermoso de la Bruja del Otoño es su cabello, largo como las noches otoñales, sedoso como una fina lluvia matinal y rojo, rojo como las hojas de un arce en otoño. Y su voz, su voz también es hermosa; su voz es como gotas de lluvia, como el viento, como el rumor de las hojas en el bosque. Anda con elegancia, habla con distinción y se mueve con ligereza.  

No es bella, no, la Gran Señora, pero está muy cerca de la belleza. 

Sus vestidos son refinados pero sencillos. A veces, viste como una fría mañana otoñal; otras, elige el color de un cálido atardecer o el color de las hojas amarillas vistas a través de una fina niebla o el tono exacto que toma una gota de lluvia al caer sobre el tronco de un árbol vestido de otoño. Le encantan el naranja, el ocre, el amarillo, el rojo, el púrpura; todos los colores de la estación que ella gobierna están presentes en su vestido y en su maravilloso árbol-castillo. 

Y es aquí, en este hermoso país, en este bosque y en este castillo donde -por fin- dará comienzo nuestra historia. 

Y comienza en plena guerra entre la Bruja del Otoño y el Mago del Invierno. Comienza en medio de una lucha en la que ella, la Bruja, se desvive por defender su Bosque y en la que él, el Mago intenta apoderarse de lo que no le pertenece y nunca le ha pertenecido. Nunca habían sido enemigos, tampoco eran amigos, pero siempre habían sido buenos vecinos pero, un día, la ambición del Mago comenzó a crecer de manera desmesurada. Quería reinar más tiempo en el mundo, quería reinar en más lugares, quería ser un Mago temido en toda Fantilusia y más allá.... por eso decidió apoderarse del Bosque Dorado. 




martes, 27 de octubre de 2020

Notas de Gunilda Matilda Brunilda


Ingredientes para receta de tarta de fresas y uvas:

  • Fresas recogidas en luna llena (por aquello de la tradición).
  • Uvas recogidas el primer día de otoño (porque suena más mágico).
  • Harina del último trigo del verano (por lo ya dicho anteriormente).
  • Leche de unicornio.
  • Mantequilla.
  • Besos de madre para endulzar.
  • Risas de bebé como levadura.





domingo, 25 de octubre de 2020

Notas de Gunilda Matilda Brunilda

 

Comer niños ya no se estila.

Es así hace la tira.

Está mal visto.

Son indigestos.

Provocan acidez.

Atraparlos es muy cansado.

Y, encima, dejan el guiso lleno de ropa.





sábado, 24 de octubre de 2020

Notas de Gunilda Matilda Brunilda

 

Cuida tu vestuario, 

no me seas adefesio, 

que si te vistes hortera, 

no te tomarán en serio.

Negro siempre el vestido,

negro el sombrero también,

negras botas, 

negras medias,

negro todo de la cabeza a los pies.





viernes, 23 de octubre de 2020

Notas de Gunilda Matilda Brunilda

 

Ni aquelarres, ni aquelarros, 

olvida esas tonterías,

para reunirte con amigas

y echar unas buenas risas,

una fiesta de pijamas.

una lucha de almohadas,

muchos saltos en la cama,

y un buen baile en plan corista.





jueves, 22 de octubre de 2020

EL HADA HELADA II

 

Bien, bien, bien. Aquí estamos otra vez dispuestos a seguir con esta historia que me contó quien sabe, quien puede y quien quiso. 

Decíamos hace nada que, tras atravesar una argentada y argentina bruma y estornudar una docena de veces, nos encontramos, por fin, en el maravilloso, portentoso y hermoso país de Fantilusia. Cuando llegas a este país tienes la curiosa y simultánea sensación de estar en un lugar completamente desconocido y tremendamente familiar; es normal, a este país acudimos todos -absolutamente todos- cada vez que soñamos ya sea dormidos o despiertos, y cada vez que imaginamos alguna historia, y cada vez que nos sumergimos en la lectura de algún relato, y cada vez que nos cuentan un hermoso cuento... En fin, accedemos a Fantagia con nuestra fantasía cada vez que algo aviva y activa nuestra imaginación, por eso nos resulta tan familiar aunque nunca lo hayamos pisado con nuestros pies. 

El país es extenso, muy extenso, tan extenso como tu mente, tan amplio como tu ingenio, tan vasto como tu capacidad de crear. Todo cuanto puedas imaginar, todo cuanto otros puedan imaginar está aquí y cada vez que alguien usa su imaginación, Magosia crece.  

En el extremo norte del Fantilusia, justo ahí, según se entra, a la derecha, hay un gran Bosque. No un bosque de esos domesticados donde vas de picnic o a coger setas, no, es un gran, gran Bosque, un Bosque así, con mayúsculas, un Bosque con árboles milenarios, con senderos sombríos, con claros escondidos, con lugares oscuros. Es un Bosque lleno de susurros de plantas y ajetreo de animales. 

En este bosque no hay nada verde, ni verde claro, ni verde oscuro ni verde botella ni verde azulado ni ningún tipo de verde, no, en este bosque todo es de color rojizo, anaranjado, marrón, ocre, amarillo, púrpura... los cálidos colores del otoño. El Bosque huele a lluvia, a castañas, a hojas secas, a manzanas, a brasero, a viento y a frío. En fin, el Bosque huele a otoño porque en él siempre es otoño. 

Y justo en el centro del Bosque hay un claro. Un gran claro. Y en el centro del claro hay un árbol. Un gran árbol. 

Un árbol muy alto, altísimo, tan alto como el rascacielos más alto, tan alto que es imposible ver su copa a menos que fueras un pájaro y pudieras volar hasta ella. Y grueso, muy grueso, tan grueso que era imposible abarcarlo con los dos brazos, ni con los dos brazos de cien hombres, ni con los de doscientos... Es un árbol tan grueso que abarca tanto como dos castillos juntos. 

En el duro tronco de este prodigioso árbol se abre una descomunal y hermosa puerta primorosamente adornada con grabados de hojas, tallos entrelazados y frutos otoñales (castañas, avellanas, nueces...), todo ello trabajado con tanta delicadeza que podrías pasarte horas y horas contemplándolo. 

Hay ventanas a docenas, a cientos casi. Ventanas grandes. Ventanas pequeñas. Tragaluces, ventanucos, ventanales, vidrieras, miradores, balconadas. Unas abiertas de par en par, otras cerradas a cal y canto. Unas muy altas y otras muy bajas. En fin, ventanas de todos los tipos, tamaños y gustos, como si quien viviera dentro necesitara sentirse en contacto con el exterior. Porque sí, en este enorme árbol en el centro de este enorme claro que se encuentra justo en el centro de este enorme Bosque vive alguien, alguien importante, alguien poderoso. 

Aquí vive la Gran Señora del Bosque Dorado. También llamada Reina Otoñal o Bruja del Otoño. 




miércoles, 21 de octubre de 2020

lunes, 19 de octubre de 2020

Notas de Gunilda Matilda Brunilda

 

Cosas imprescindibles en un viaje:

- La escoba, indispensable, sin ella no puedes volar.

- La maleta, por supuesto, con faldas, vestidos, enaguas, abrigos, delantal,

  y todo negro muy negro, negro a rabiar.

- El sombrero puntiagudo, eso a una bruja no le puede faltar.

- Un trébol para la buena suerte, no lo vayas a olvidar.

- La poción contra el mareo, que la vas a necesitar.

- Un cascabel por si hay niebla que se sepa donde estás.





sábado, 17 de octubre de 2020

viernes, 16 de octubre de 2020

Notas de Gunilda Matilda Brunilda

 



Si quieres seguir siendo elegante,

etiqueta bien los tarros,

no vuelvas a confundir el té,

con la poción menguante.






jueves, 15 de octubre de 2020

martes, 13 de octubre de 2020

EL HADA HELADA I

 


La historia que voy a contar me la contó quien puede contarla.


La historia que voy a decir me la dijo quien puede decirla.


Si es mentira o es verdad, serás tú quien lo decida.

Yo creo que es cierta porque me la contó quien la puede contar, me la dijo quien puede decirla.

Me contó, pues, quien puede y quien sabe que, existía -existe- un país llamado, según algunos, Fantagia, según otros Magasia y, según alguno más Fantilusia. En realidad nadie, absolutamente nadie, sabe cómo se llama este maravilloso país, ni los sabios más sabios, ni los tontos más tontos, ni tan siquiera sus habitantes. Ellos, sencillamente, lo llaman hogar y con eso les basta. 

En este extraordinario país habitan brujos (y brujas),  magos (y magas), hechiceros (y hechiceras), encantadores (y encantadoras), nigromantes (¿y nigromantas?), hadas (¿y hados?), augures y clarividentes. También viven duendes, elfos, silfos, gnomos, dragones, trolls, algún que otro ogro... en fin, cualquier criatura mágica que conozcas y hasta más de una que no conoces.


Muchos y grandes exploradores han intentado llegar hasta este lugar que no está lejos ni está cerca; que no está en este mundo ni tampoco fuera de él; al que es difícil llegar pero es fácil de descubrir. No existe nadie que pueda indicarte el camino hacia Fantilusia -o Fantagia o Magasia o el hogar...-. No hay ningún mapa que te diga dónde está. A él no llegan ni aviones, ni barcos, ni trenes. 

Sólo hay algo que puede ayudarte a encontrarlo, tu arma más poderosa, tu brújula más potente, tu mapa más infalible: tu imaginación. Tu poderosa, maravillosa, grandiosa imaginación. Con eso, más un inmenso y puro anhelo y un poco de suerte, podrás llegar al país más hermoso que puedas imaginar.

Se encuentra Fantagia -o Magasia o Fantilusia o el hogar...- siempre envuelto en una niebla espesa, iridiscente y musical. Una niebla formada por pequeñas, pequeñísimas, partículas de magia en suspensión. Estas titilantes chispas, estas chispeantes centellas, estas luminosas porciones de magia están en continua agitación, produciendo una música cristalina, unas veces melancólica, otras veces inquieta, a veces enojada y otras, la mayoría, alegre.



Esta radiante y armoniosa bruma rodea a Magasia – o Fantilusia o Fantagia o el hogar...- como una bella joya, como un primoroso collar o una exquisita corona que separa el mundo real del reino de la ilusión.

En cuanto el viajero se sumerge en esta niebla la magia comienza a cosquillear en su piel, llena su corazón, reverbera en su alma, la nota bailar en su boca -algo picante, algo ácida, algo burbujeante- y, sobre todo, siente como se le mete por la nariz provocando que Aaa… provocando que Aaa…. Digo que provocando que Aaaatchíiiisss… sniff… eso, que estornu… Aaaaatchússss… que estornude sin parar durante un rato.
Aaaatchíiiiisssss… Aaaatchíiiiisssss… Aaaatchíiiiisssss… Aaaatchíiiiisssss…

Y, una vez pasada esa preciosa niebla, nos encontramos, por fin, en el hogar -o Fantagia o Fantilusia o Magasia- pero eso, si no te importa, te lo contaré otro día. 

Pronto. Bien pronto. Antes de lo que imaginas....


 Pilar, la osa polar, ha salido a patinar, con su patinete nuevo.