Sé que yo ahora debo dar este premio a mis blogs favoritos pero, con vuestro permiso, lo voy a dejar para otro momento. Porque ahora es el momento de que os deje con el mono Remono y sus monerías :)
-¡Voy a ser pirata! -dijo el mono Remono balanceándose en su rama favorita.
-No hay monos piratas -dijo su madre.
-Yo seré el primero -respondió Remono.
Y tal como lo dijo, lo hizo. Se puso un parche en ojo -porque no se puede ser pirata sin tener un parche en el ojo- y se fue hasta el río -porque un pirata sin agua ni es pirata ni es nada- dispuesto a vivir una gran aventura.
Una vez en el río Remono necesitaba un barco -porque un pirata sin barco es como un bocadillo sin pan- y se fijó en un tronco enorme que flotaba cerca de la orilla:
-¡Ese será mi barco! -dijo Remono y, de un salto, se subió al tronco, se puso muy tieso y comenzó a gritar:
-¡Levad anclas! ¡Izad el foque! ¡Arriad la mayor! -que es lo que gritaban los piratas de los libros.
De pronto, el tronco se movió, se sacudió, se retorció y abrió una enorme bocaza llenísima de dientes. ¡El tronco era Cirilo el cocodrilo que dormía la siesta!
-¡Maldito mono como te pille te como! -dijo.
Pero Remono ya había saltado a tierra y se alejaba corriendo.
Cuando, por fin, pudo sentarse, el mono Remono se fijó que, no muy lejos de la orilla, había una roca enorme:
-¡Esa es la isla del tesoro! -dijo y, con un salto, llegó a la roca y gritó:
-¡Traed palas, bribones, malandrines, que aquí está nuestro cofre!
Pero la roca se movió, se sacudió, se retorció y abrió una enorme bocaza llenísima de dientes. ¡La roca era Girolamo el hipopótamo que dormía la siesta!
-¡Maldito mono como te pille te como! -dijo.
Pero Remono ya había saltado a tierra y corría a todo correr.
Cansado y asustado el mono Remono regresó a casa y dijo a su madre:
-Esto de ser pirata es demasiado peligroso... mejor me quedo en casa.