La pequeña Aura entra en la cocina y se sienta en el suelo, frente a la lavadora. Muy a menudo, su mamá se queja porque dice que los calcetines desaparecen en esa máquina.
Esto intriga mucho a Aura. Por eso siempre se sienta delante de la lavadora, para ver si logra averiguar dónde van los calcetines que su mamá pierde.
Sus ojos dan vueltas y vueltas siguiendo el girar de la ropa. Sube un pantalón, baja una camiseta, asoma el borde de un vestido, ahí, ahí hay un calcetín... ¡vaya desapareció!
Mientras la ropa gira, Aura piensa que, quizás, la lavadora es algo más que una lavadora. Piensa que, tal vez, es una puerta mágica hacia el mundo de los calcetines y por eso es que desaparecen tantos ahí dentro.
Piensa que, tal vez, si mira muy fijamente, muy fijamente, sin parpadear siquiera, podrá ver cómo se abre esa puerta, allá, al fondo, y cómo se escapa algún calcetín; igual uno de esos rosas suyos tan bonitos.
Sus ojos dan vueltas y vueltas siguiendo el girar de la ropa. Sube un pantalón, baja una camiseta, asoma el borde de un vestido, ahí, ahí está la puerta... ¡vaya desapareció!
La ropa sigue girando y Aura sigue pensando. Quizás lo que ocurre es que, escondido tras la lavadora, vive un duende, un gnomo, un extraño diablillo que roba calcetines puede que para vestirse o puede que sólo por molestar.
Pobre gnomito, piensa Aura, ahí atrás tan solo y tan desnudito. Si ella pudiera entrar en esa máquina seguro que lo podría ayudar. Y no le daría calcetines, no, le dejaría su ropa más bonita... Bueno, no, que igual es un chico. Entonces le cogería ropa de su papá o le ayudaría a hacerse alguna prenda como hace con sus muñecas.
Y cree Aura que si mira fijamente, muy fijamente, sin parpadear siquiera, verá al gnomito surgir corriendo entre la ropa y ¡zas! pillar un calcetín, o dos o más.
Sus ojos dan vueltas y vueltas siguiendo el girar de la ropa. Sube un pantalón, baja una camiseta, asoma el borde de un vestido, ahí, ahí está el gnomito... ¡vaya se escabulló!
Gira y gira la ropa, y no para de girar. También los pensamientos de Aura giran y giran y no dejan de girar. Tal vez, puede ser, cualquiera sabe, en la lavadora tenga su guarida un animal que se alimenta de calcetines. Un animal pequeñajo, peludito, con grandes ojos marrones, una cara muy divertida, unas manos pequeñitas y un rabito que no para de agitar.
¡Qué contento debe ponerse cada vez que mamá abre la lavadora! Aura lo imagina relamerse pensando en los calcetines que se va a zampar. ¿Cuáles serán sus favoritos? ¿Los negros de papá? ¿Los de deportes de mamá? ¿Los suyos tan chiquitos, con dibujitos y demás?
Supone Aura que si mira muy fijamente, muy fijamente, sin siquiera parpadear, verá al animalillo, correr, trepar y nadar tras los calcetines que se quiere zampar.
Sus ojos dan vueltas y vueltas siguiendo el girar de la ropa. Sube un pantalón, baja una camiseta, asoma el borde de un vestido... Ahí, ahí, se ve como atrapa uno... ¿Lo ves? ¿Lo puedes ver? ¡Vaya se esfumó!
De pronto, todo se para, se acabó lo que se daba, ya terminó de lavar.
Cuando su madre llega a la colada buscar, Aura sigue pensativa, las manos en la barbilla, pensando a todo pensar.
Aura levanta su cabecita y pregunta a su mamá cuántos calcetines han desaparecido esta vez.
Luego, muy seria, se pone otra vez a pensar y se promete a sí misma que la próxima vez, seguro que lo que ocurre con esos calcetines va a averiguar.
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