Esta noche Lucía no puede dormir.
Es Nochebuena y Papá Noel está a punto de venir.
¡Qué nervios!
¡Qué emoción!
¿Traerá todos los juguetes que Lucía pidió?
En su cama, ya revuelta, ella no puede parar,
gira a un lado, gira al otro,
como siga dando vueltas Lucía se va a marear.
¿Dónde está el sueño esta noche?
¿Dónde el sueño se escondió?
Si no viene pronto el sueño,
no tendrá los regalos que pidió.
Lucía cierra los ojos,
los aprieta a todo apretar,
a ver si de esa manera
se duerme al contar dos.
Pero los ojos, tozudos,
se abren de par en par.
¿Dónde está el sueño esta noche?
¿Dónde el sueño se escondió?
Si no viene pronto el sueño,
no tendrá los regalos que pidió.
así me dormiré, me lo dijo mi tía.
Una oveja, dos ovejas, tres ovejas amarillas,
cuatro ovejas, cinco ovejas, seis ovejas de mentira.
Cuenta veinte, cuenta treinta,
cuenta cuarenta y cincuenta.
Pero los ojos, tozudos,
se abren de par en par.
¿Dónde está el sueño esta noche?
¿Dónde el sueño se escondió?
Si no viene pronto el sueño,
no tendrá los regalos que pidió.
Nada, que no hay manera,
nada, que no hay forma,
nada, que no se duerme,
se ponga como se ponga.
Lucía, resignada,
triste
seria y enfadada,
se queda mirando la luna.
Ya que no me duermo, piensa,
y que es casi la una,
y que sin regalos me voy a quedar,
Arregló la almohada,
se tapó bien tapada,
se cruzó de brazos
y muy peripuesta
se dispuso a esperar.
Y lo que pasó entonces
no lo vais a imaginar,
tras tanto llamar al sueño,
sin que el sueño quisiera venir,
Lucía se quedó dormida,
en lo que dura un atchís.
Y justo en ese momento,
unos cascabeles sonaron.
un ruido de cascos se oyeron,
unas botas asomaron
bajo las cortinas del balcón.
Y Papá Noel, muy silencioso,
para no despertar a nadie,
entró muy quedo,
con su saco al hombro
y, bajo el árbol, dejó los regalos.
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