Ya te veo la cara.
Ya sé lo que estás pensando.
Una bruja, te dirás, qué miedo me da.
Una bruja, pensarás, que fea y qué vieja será.
Una bruja, murmurarás, de negro siempre vestirá.
Ya, ya te veo la cara y sé lo que estás pensando.... y diciendo... y asegurando... y te estás equivocando.
La Gran Señora del Bosque Dorado, la poderosa Bruja del Otoño, reina del viento y la lluvia, no es malvada, en absoluto; ni es fea, para nada; ni viste de negro, te lo aseguro. A pesar de lo que crees una Bruja no tiene por qué ser ninguna de esas cosas. Y Ella, desde luego, no lo es.
La Reina Otoñal no es fea. Tampoco es bella. Y no es vieja pero tampoco es joven. No es malvada pero tampoco es muy bondadosa; es decir, que es como somos todos, con sus cosas buenas y sus cosas menos buenas. Con su brillante luz y su profunda oscuridad. Como todos.
Lo más hermoso de la Bruja del Otoño es su cabello, largo como las noches otoñales, sedoso como una fina lluvia matinal y rojo, rojo como las hojas de un arce en otoño. Y su voz, su voz también es hermosa; su voz es como gotas de lluvia, como el viento, como el rumor de las hojas en el bosque. Anda con elegancia, habla con distinción y se mueve con ligereza.
No es bella, no, la Gran Señora, pero está muy cerca de la belleza.
Sus vestidos son refinados pero sencillos. A veces, viste como una fría mañana otoñal; otras, elige el color de un cálido atardecer o el color de las hojas amarillas vistas a través de una fina niebla o el tono exacto que toma una gota de lluvia al caer sobre el tronco de un árbol vestido de otoño. Le encantan el naranja, el ocre, el amarillo, el rojo, el púrpura; todos los colores de la estación que ella gobierna están presentes en su vestido y en su maravilloso árbol-castillo.
Y es aquí, en este hermoso país, en este bosque y en este castillo donde -por fin- dará comienzo nuestra historia.
Y comienza en plena guerra entre la Bruja del Otoño y el Mago del Invierno. Comienza en medio de una lucha en la que ella, la Bruja, se desvive por defender su Bosque y en la que él, el Mago intenta apoderarse de lo que no le pertenece y nunca le ha pertenecido. Nunca habían sido enemigos, tampoco eran amigos, pero siempre habían sido buenos vecinos pero, un día, la ambición del Mago comenzó a crecer de manera desmesurada. Quería reinar más tiempo en el mundo, quería reinar en más lugares, quería ser un Mago temido en toda Fantilusia y más allá.... por eso decidió apoderarse del Bosque Dorado.
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