Algo se mueve bajo mi cama.
Algo se arrastra.
Algo se sacude y se menea.
¿Algo llora y berrea?
Con mucho cuidado,
y con mucho miedo,
me pongo boca abajo,
y miro con temor.
¿Qué es eso ahí abajo?
¡Un monstruo!
Un monstruo enano.
Un mini monstruo.
Un monstruo retaco.
Bajocde la cama,
me siento a su lado
y le pregunto si le ocurre algo.
Me dicebque está triste,
triste y apagado
porque es tan pequeño,
tan enclenque y enano,
que no da ningún miedo.
Que los demás monstruos,
de él se burlaban.
Y ninguno de ellos a él se acercaba.
¡Pobre monstruito!
¡Qué pena me dio!
Le doy un gran abrazo,
un abrazo enorme.
—A partir de ahora —
digo al monstruito.
—Yo seré tu amigo,
por siempre jamás.
El pequeño monstruo,
sonríe encantado.
Y se va feliz,
feliz y animado.
Y yo me vuelvo a mi cama,
feliz y cansado.
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