7 de diciembre
La bola
Manola, la bola, quiere viajar
no estar colgada del árbol de Navidad.
La bola Manola, quiere rodar
y no de una rama colgar.
Manola, la bola, aprovecha un momento
en que nadie mira
y rueda que te rueda,
gira que te gira,
se aleja del árbol.
y sus compañeras
y acaba tropezando con la bañera.
Allí queda un rato,
sin saber qué hacer,
hasta que llega el gato
con su cascabel
y de un zarpazo
lo manda contra la pared.
Allí Manola rebota,
gira, se vuelve loca
y rueda que te rueda,
gira que te gira,
llega hasta la puerta,
se para y suspira.
Otro rato aguarda,
hasta que alguien entra
y ella, silenciosa,
aprovecha y rueda hasta la escalera.
¡Menudo mareo
fue bajar aquello
cien escalones
con gran traqueteo!
Ya está en la calle,
¿Y ahora qué?
Manola, la bola,
no sabe qué hacer.
La bola Manola
rueda sin sentido
le dan patadas
la empujan
de aquí para allá
rueda sin tino.
La ciudad es muy grande,
La ciudad es enorme.
Para la bola Manola
todo es alucinante.
Pero llega la noche
y Manola se cansa,
de tanta aventura,
de tanto coche,
de tanta gente.
se quiere ir a casa.
Pero así, tan sucia,
casi sin brillo,
con el color perdido,
¿quién va a querer
llevarla a algún sitio?
Entonces un niño
que por allí pasaba
la ve, la coge, la limpia
y se la guarda.
Al cabo de un rato
del bolsillo la saca,
va junto al abeto,
y la coloca, contento.
La bola Manola ya no quiere viajar,
quiere estar colgada en el árbol de Navidad,
hablar con sus amigas
y sus aventuras contar.
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