15 de diciembre
Muñeco de nieve
Hoy ha nevado,
todo está blanco, blanco
y todos nos preparamos
para salir.
Gorros, guantes, bufandas,
botas y calcetín,
bien abrigados todos
corremos hacia el jardín.
—¡Quiero un muñeco de nieve!
Grita Irene.
—¡Eso, eso! —repite Andrés.
—¡Un muñeco de nieve,
o dos o tres!
Papá se anima a ayudar
y hace una enorme bola,
nosotros con la pequeña
nos debemos conformar.
Una encima de la otra,
la grande abajo,
otra mediana encima
y la más pequeña
será la cabeza.
Dos botones como ojos,
de nariz una zanahoria,
y para que no pase frío
un viejo gorro de lana mío.
Una bufanda roja,
un par de ramas sin hojas
para que hagan de brazos,
y hasta tres o cuatro lazos.
Pero aún le falta algo
a nuestro amigo el muñeco
y es mamá quién se da cuenta.
Corre a casa,
vuelve rápido,
trae un trozo de fieltro,
que sobró de un disfraz de ciervo.
Lo coloca con cuidado
bajo la enorme nariz
y ahora nuestro muñeco
parece sonreír.
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